sábado, 24 de marzo de 2012

Paara lo que tengo gracia!

Yo iba a escribir algo muy novedoso acá. Había sonreído como imbécil incluso, por lo gracioso y bonito que se me había ocurrido hasta que se fue mi internet y lo olvidé. Bostezo. Pestañeo un par de veces. Vuelvo a bostezar. Me peino con los dedos. Me sirvo un café. Me doy cuenta que me falta un arete, el izquierdo. Reviso el pabellón de mi oreja y veo que me había puesto el piercing que no uso desde hace medio año. Me siento una heroína, porque es pequeñísimo y yo... Yo estaba en Melmac en ese momento. Ya había perdido la cuenta de los fondos de vaso que había visto y no quiero imaginarme cómo enrosqué la pulguita que tengo como piercing. 


Para lo que tengo gracia.

Jaaaa, acabo de acordarme que la tarde de ayer un gringo se rayó mal en el balcón de mi querido pabellón M. Era un gringo al que si le tapabas la cara un poquito bien pudo haber sido Cobain con un par de lineazos menos. Esa melena rubia se sacudía y me hacía morir de risa. Todo un stripper él, recontra pasado de tragos. Jajajaja. Lo más gracioso fue cuando su amigo, un oriental muy parecido al chino Toguchi de Studio92 bajó y se quitó el polo para bailar con su buen amigo. Bajito y con una pancita gelatinosa de esas que te hacen notar que se trata de una persona que anda siempre con sus cervezas de más  y que prefiere tirar un par que ir al gimnasio.

Un chinito gordo.

Ayer he visto cómo las personas pueden volverse tan buena gente y tan idiotas cuando están ebrias. En el baño, por ejemplo, me saludó una chica. Se llamaba Claudia. Me preguntó si necesitaba luz y como no le respondí me dijo "No, no te preocupes, yo tengo". Exploté en risa. "Borracha", pensé. Nunca supe qué coño quiso decir con eso pero lo que me descuadró fue su respuesta. "no, no te preocupes, yo tengo". ¿Vieron? súper buena gente y recontra idiota también, pero es perfectamente entendible. Era el baño del pabellón M. Conocí a tres chicos. Bailé con siete. Le dije a un amigo que pondría a mis hijos en el San José -lo cual es cierto- y me pregunté si cada viernes iba a ser así y me respondí que dependía de la capacidad adquisitiva que adquiera en el transcurso de la semana. Cash. Money. Efectivo. Liquidez. Papelitos rectangulares cuyo valor fiduciario me permitan canjearlos por un poco de etanol envasado. Plata, guita, maná.

Sí, llevo Economía.

Pensé en mi billetera, lo adolorida que debía estar. Lo débil, delgada y frágil que es cuando me solidarizo con mis amigos para una causa tan noble. La miro ahora, amenazándome. "NO creas que porque es sábado volverás a abrirme, cada vez que lo haces me duele". Jajajaja qué feo doble filo tuvo esa frase, pero es la verdad, yo la veo así. Gritándome, odiándome en secreto, escupiéndome y maldiciendo mi nombre. Resintiéndose hasta escupir lágrimas en vez de billetes. La tarjeta de débito me odia, me odia mucho también. 

Y no me acuerdo.

En vano hice toda una crónica de mi paso por el pabellón M y hasta ahora no me acuerdo qué iba a escribir. Bárbaro, me voy a dormir con una conclusión muy obvia: el alcohol vuelve a la gente idiota, pero cómo nos encanta ser retrógradas ;)

No hay comentarios: