jueves, 29 de septiembre de 2011

Setiembre 30.

Suspiro. Respiro hondo y boto el aire como si me hiciera daño. Los cambios de humor son ligeros y espontáneos. No se hacen esperar. No tardan. Van y vienen, vienen y van y no regresan sino hasta dentro de mucho. Se hacen extrañar. Me hacen sufrir. Lloro mentalmente y me duele el pecho. El corazón sangra y grita en silencio. Tragándose los quejidos, aguantándose el ardor. Amargo. Hoy fue un día amargo y por breves momentos en esta noche sonreí. Mal día. Las ideas se oponen una a una dispuestas a arruinarme el momento interminable que llamo día y que continúa asesinándome. Hiriéndome. Dándome de a puñetes en la boca del estómago, dejándome sin aire.

martes, 27 de septiembre de 2011

Hoy no hay terremoto.

Hoy me levanto tarde, me levanto enferma y me levanto desganada. Me levanto porque mi abuela me grita y porque mi celular convulsiona haciendo que mi cama vibre. Me levanto sin ganas de bañarme, me levanto con frío, me levanto con ganas de seguir durmiendo. Me levanto porque tengo que levantarme y no porque quiera hacerlo. Me levanto porque es mi deber ordenar todo antes de que la señora siga gritando. Me levanto porque tengo que hacer algo este día, porque todos los días hay algo que hacer y porque me aburro si es que no hago nada.

domingo, 25 de septiembre de 2011

Domingo de asco.

Hoy es domingo. Domingo veinticinco de Setiembre del dos mil once. El reloj marca las nueve con veinte minutos de la mañana. Acabo de despertar. Me despierto porque mi abuela enciende el televisor. Pone las noticias. Siempre he tenido la impresión de que escuchar noticias es nocivo para la salud. Escuchar noticias a toda hora es peligroso. Escuchar noticias en la mañana es recibir la primera dosis de excremento. En el almuerzo recibimos una segunda dosis de excremento, justo para el almuerzo. En la noche nos bombardean de excremento, para dormir "tranquilos". Hoy es domingo y mi buen humor se ha ido al diablo. Todo gracias a las noticias. En realidad ellas no tienen la culpa, sólo reflejan realidades.

jueves, 22 de septiembre de 2011

¿Toda la noche?

¿Cuándo es que una mujer descubre que no es tan torpe con los tacos? Pues cuando se los pone, cuando camina con ellos por un buen rato y cuando no tiene problemas al hacerlo, obviamente. Cuando ve que su rodilla no se flexiona, cuando ve que no hace las zancadillas premonitoras al momento del colapso en el que casi mecánicamente una tiende a sentarse donde puede y quitarse aquello que la hace ver más estilizada a cambio de un poco de dolor. 

lunes, 5 de septiembre de 2011

Bonito ¿no?

Creo que no me gusta dormir. Así de sencillo. Creo que pasarme la mitad de la vida durmiendo no es precisamente lo que quiero, por eso me amanezco tonteando, haciendo lo que me gusta, leyendo, conversando, buscando programas en internet, imaginando, escribiendo, soñando despierta. Es bonito. Es bonito a pesar de que al día siguiente sepa que tendré una pereza terrible a la hora de levantarme y que por eso me levantaré justo media hora antes de empezar clases; saber que tendré que gastar en taxi, correr, no tomar desayuno, bostezar hasta la tercera hora, estar cansada, tener los ojos rojos, unas ojeras hasta el piso, añorar un café, pensar en un Red Bull... todo para llegar a casa, dormir una hora y aguantar tooda la tarde-noche-madrugada en la que se repite el ciclo de mi muerte. Bonito ¿no?

@primero

-          Habla! qué haces?
-          Acá, tomándome la lluvia.

Estrafalarios.

Así solita, caminaba yo, volando en una nube tersa y perfumada. Amarilla como la de Goku no era, era medio negra. Negra, escarchada y cochambrosa. Atorada por mis pensamientos, mis recuerdos y mis anhelos más  frustrados. Viví y morí en una misma tarde, hice paseos por la noche sobre una Luna cuyo nombre hasta ahora no sé; le dije mil cosas y no me escuchó. Estaba entretenida coqueteándole al mar. Los vapores del barco expulsan agua y sal, salando, salando, salando el ambiente va. El ambiente sigue bajo mi nube, acariciando mi piel y rozando mi alma. Llorando, llorando como nunca esa noche estuve. Estuve llorando pero triste jamás viví y la muerte sorprendió mis pasos por una fracción de segundo que no he vuelto a ver. 

sábado, 3 de septiembre de 2011

Vueltas revueltas de palabras.

La vida me devuelve a su ritmo en una noche de sábado que no planifiqué. La nariz, húmeda, respira constantemente en un compás incansable e interminablemente perfecto. Suspiro dos veces. Una canción de Calamaro suena en mi cabeza y se repite cual cinta malograda. "Aturdido y abrumado por la duda de los celos,  se ve triste en la caaantina un bohemio ya sin fe...". Mi abuela siempre renegó de por qué me gustan las canciones para borrachos, las canciones para descepcionadas, las canciones melancólicas; esas que sólo hablan de amores no correspondidos, de amores traicionados y de corazones rotos. Yo no tengo amores no correspondidos, no me han traicionado y tampoco tengo el corazón roto.

Carta uno.

En ese momento tuve la sensación de que la escena era ambientada por el adictivo olor que sólo un Nirvana puede producir. Eran las casi dos de la tarde y te levantaste del sofá. Tu boca me sonrió. "¿Tienes hambre?" dijiste. Meneé la cabeza y dirigiéndote a la cocina, para mi sorpresa, dijiste que sólo habían huevos. "No importa", dije, viendo cómo entrabas al lugar que -se cree- sólo a una mujer le da confianza. Yo, por mi parte, me sentía extraña. Raramente idiotizada. La botella vacía de vino parecía querer hablarme y yo sólo atinaba a recordar algo que olvidé casi de inmediato porque el ruido de los trastes que venía de la cocina interrumpió mi cavilar.

viernes, 2 de septiembre de 2011

Chau Ron?

No me quiero morir sin conocer París. No quiero morir excluyendo de mi vista la hermosa Torre Eiffel. Quiero viajar, quiero volar. Quiero tenderme en cartones voladores que no sean más que casas en las que pernocten los policías de mi consciencia, drogándose en la voz de mi silencio.