martes, 12 de julio de 2011

Amnesia para olvidar. Ilusión para creer.

Salí drogada del recinto. El Sol era insoportable, sencillamente eso: insoportable. La cabeza no me respondía y la consciencia pareció abandonarme por instantes. Creí estar soñando, creí estar muriendo, creí haberme separado del concreto y estar no en cuerpo sino en alma. En abstracto. Mi alma. Mi espíritu deambulando... El mundo ya no era el mío y yo no era yo en esa fracción de hora. La gente me parecía sorprendente. La vida me pareció incierta y el día me pareció eterno.

Salí drogada del recinto, porque intente llamar a alguien y era yo la que no respondía.

No recordaba haber consumido nada inusual, me reafirmé en lo abstemia y me confirmé en lo miedosa. No alcohol, cero drogas. Me sentía... un alma en pena. ¿Habré muerto acaso? No lo sé, pero todo era... extraño.
Salí de la Biblioteca. y crucé la pista con miedo a que, dada la falta de respuesta de mis sentidos, un vehículo me atropelle. Me atropelle y muera de verdad, porque la que tenía era una muerte de mentira. Lo que tenía era un exceso de información, un control mental del que sin querer Bayly se había adueñado horas antes. Y eso que no había terminado el libro que leí. Estaba viviendo mi hoy con la resaca del tormento emocional de la que me hice hacía dos días. Nunca creí que fuese tan malo eso de recordar a la gente del pasado, a los amigos que perdí, a los que estoy perdiendo. Jamás pensé fuese tan terrible hacerse de arrepentimientos y culpas de cosas que "superé". 

Y en realidad son mariconadas, por no decir groserías.

Y QUIÉN ENTIENDE A LA GENTE. Slipknot definitivamente no. Su canción me relaja, me hace recuperar el buen humor perdido. Me hace borrar esa cólera efervescente que siento por aquellos que algún día creí querer. Y son muchos, es verdad. La mente iracunda no distingue el género y sólo se redime en el llanto y en el tecleo, que parecen ser los únicos dispuestos a otorgarle paz. Caminé hacia la avenida, con el mareo latente y el desligue de la realidad a flor de piel. Por mi mente cruzaron mil de situaciones que viví y otro mil de las que pude vivir. Un ciento de palabras que no dije, y otro ciento de las que me arrepiento de haber dicho. Tal vez sea un millar si cuento con las que debí decir. 

Malogrando se aprende.

¿Cuánto es lo que tengo que malograr para saberlo todo? Hasta ahora, creo que si lo traslado a contextos gastronómicos, creo que he dejado sin comer a toda la generación de los hijos de mis hijos. Si es que el karma existe, los nietos de mis nietos se las han de ver negras y sé que en venganza, no me visitarán al cementerio, o dondequiera vaya a parar con mis gusanos. 

Mis gusanos.

Aún no he muerto y ya me siento devorada. Devorada por las culpas, devorada por el arrepentimiento, devorada por la ira y por la incertidumbre. ¿Cómo es que suceden las cosas sin que uno lo note? ¿Qué tan graves son los asuntos que uno deja pasar y hacen de las suyas a nuestras espaldas? No se puede atender a todo lo que acontece, porque evidentemente hemos de discriminar lo que no importa de nuestras prioridades, pero... ¿Qué sucede cuando debería importarnos aquello que no creemos debe primar?

Ahh... por tonta me pasan las cosas.

Malditos impulsos, malditos sentimientos. A veces son los culpables de lo que vivimos. No hacen mal en decir que veamos nuestro pasado y sabremos las causas de nuestro presente, pensemos las consecuencias del presente que serán las causas de nuestro futuro. En análisis como éste caigo en cuenta de por qué las personas usan como "excusa" el querer estar solos. "He salido de una relación problemática y de momento, no me siento lista para una nueva". O sea, es tonto pero es cierto. A veces creo que es cierto. Eso de lo que tanto hablan los chicos. "Me canceló con el floro de siempre, que no quiere tener enamorado porque la lastimaron". 

Es cierto, joder, ¡es cierto!

No es una excusa, no es una salida barata. Es ser sincera y directa. Allá que otras (y otros) usen esta mágica combinación de palabras para salir campantes de situaciones engorrosas, pero la "excusa barata" es una razón que, ahora pienso, debe ser considerada como válida. Es verdad, nadie puede saber lo que siente otro salvo dos excepciones: ponerse realmente en su lugar o haberlo sentido, y yo que lo siento ahora, no tengo más dudas al respecto. Caminé un poco más negándome a cerrar los ojos. El mareo era mortal y el Sol no ayudaba. La vida, la gente y la consciencia se habían puesto de acuerdo para otorgarme lo inhumano en esa recta de acera. 

Que se hacía larga e interminable.

Tomé el bus de regreso porque aún era lo suficientemente consciente de que mi familia se preocupa por mi paradero. Me quedé pegada a una de las barandas, y con eso me refiero a esas veces en las que uno se queda mirando como estúpido algo pero en realidad no está mirando. La mirada perdida, el bolso caído, el cabello algo alborotado y la palidez facial casi combinaban con las zapatillas rotas y la mente en alguna otra dimensión paralela. Ya casi lo había olvidado todo. Miraba a las personas y me distraía intentando adivinar sus vidas, como hago siempre que estoy aburrida.

Y subió alguien.

Subió un chico anónimo en el que encontré casi todas las características causantes de mis dolores de cabeza: mirada penetrante pero distraída y esa actitud despreocupada. Todo eso sin mencionar el parecido físico. Bien. El extraño me hizo pensar en que mis intentos por olvidar el asunto eran inútiles. Voy a vivir con eso, siempre. Por más libros que lea para distraer mi mente, siempre habrá un autor que me haga reconocer lo iracunda que soy, lo común de mis "desgracias" y mi escasa -y al borde de lo inexistente - suerte. Mientras seguiré apasionándome por la libertad, por la defensa de mis credos y por el respeto a mis convicciones. Seguiré siendo de la idea -de recientes luces- que alude al "me lastimaron y no quiero nada por ahora" hasta que de mí se hagan la amnesia -para olvidar- y la ilusión -para creer-. Me despedí con la vista de aquel desconocido y mi adiós fue para siempre. Un adiós eterno a él y a sus clones.

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