lunes, 11 de julio de 2011

Cicatriz.

No quería responder con un “Si” o un “No”. Es más, no sabía con cual responder. Lo miré a los ojos. “Por favor no me hagas esto”. 

¿Te puedo dar un beso?

Cohibida. Me sentía cohibida, intimidada y por demás: avergonzada. Miraba a la gente y parecía sonreírme. Lo miraba a él y un verde me penetraba. Hace un momento habíamos hablado. Parecía conocer mis secretos. Me siento un libro abierto.

Te puedes arrepentir si no lo haces.

Me sentía al borde de un abismo. Me sentía una enferma de acrofobia con veinte leones persiguiéndome y yo, al borde de un abismo. Era como si mi única salvación fuese una soga. “Cuélgate de ella y cruza”. ¿No había otra forma? ¿Bajando, cruzando a pie y volviendo a escalar? ¿Me arrepentiré si no lo hago? ¡Bah! Es sólo un beso. Para cuando volteé, sentí sus brazos rodear mi cintura, un aroma amaderado a tabaco y mi presión descendiendo. Cerré los ojos y me dejé arrastrar.

Eran las diez de la noche y en la radio sonaba Campo de Almas. Quería dormir, pero no podía. “Qué he hecho”. Las cosas fueron rápidas después de ese primer beso. Sí, primer. Ese fue el primero de los tantos. Cuando al fin nos pudimos separar, me abrazó. La vida parecía sonreír de oreja  a oreja. A partir de ese momento mis sentidos se bloquearon, era como si me hubiesen sumergido en un gel verde y no pudiese escuchar lo que mi consciencia decía. Probablemente ni siquiera hablaba. Dimos unos pasos más en el centro comercial.

¿Quieres ser mi novia?

OH Oh. Es muy rápido para entrar en algo así. Hace seis meses no estaba con nadie. “Puedes rechazarlo o no, tu elijes” Yo pensaba en eso y en la manera en que lo dijo. Novia. Esa palabra es muy formal para un vacilón. Me asusté un poco. Como vio que no respondía, paró en seco y me miró.

¿No es muy rápido?

No hubo necesidad de responderme, sus ojos lo hicieron por él. “¿No es tarde para pensar en eso?”. Sí, era tarde para pensar en eso. Quise tragar todas mis palabras, y si era posible, el día entero. Quise retroceder el tiempo y evitar hacer lo que hice. Pero hubo algo que frenó mi actitud de arrepentimientos.

¿No crees en el amor a primera vista?

Es ahí donde me di cuenta de que lo que estaba iniciando, iba a ser algo que no iba a olvidar fácilmente. Las comisuras de mis labios subieron hasta formar una sonrisa, una voz en mi cabeza gritaba “Cuando analices tu vida dentro de cincuenta años, no vas a querer admitir que no te atreviste a hacerlo”.


Y se atrevió.

No hay comentarios: