sábado, 20 de agosto de 2011

Forever Alone pe.

¿Qué pasa cuando extrañamos a alguien más de lo que creímos posible? Pues nada, no pasa nada. Nada que no sea nada en realidad. Digo, el mundo sigue dando vueltas, la vida sigue: tus amigos seguirán diciéndote para salir, seguirás odiando "ese" curso, yo seguiré llegando tarde a clases, el panadero se seguirá levantando a las tres de la madrugada, la señora de la tienda seguirá necesitando sencillo, el jardinero seguirá con manchas verdes en sus jeans, el wachiman seguirá jugando con su pito mientras tú intentas dormir.

Ay caray, lo del wachiman sonó algo feo.

Bueno, ese no es el punto. El punto es que todo anda aparentemente normal. "Normal", es decir, ni te has muerto ni se jodió el Perú. Incluso aparecerá gente que te dirá que no, que lo mejor es olvidarse de esa persona para estar tranquilos. Que es mejor no saber nada de ella, que así estás bien y así te tienes que quedar, Y CLARO, tú reflexionas y repites como lorito todo lo que te digan mientras asientes con seguridad. No importa si es tu ex o la persona que te choteó la semana pasada. 

Que es un tal, que es un cual y que se puede ir yendo bien despacito a la coooooooon-(piiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii).

Te achoras encima. Pero... ¿qué pasa si esa persona no es ningún enredo y es tu hermano? Nadie te puede sugerir no verlo, nadie puede decir que es mejor olvidarte de él para estar tranquil@. Jamás será mejor no saber nada de él, jamás estarás bien y así no te puedes quedar. Nadie logrará convencerte de lo contrario y todas tus reflexiones apuntarán a lo mismo y lo único que repetirás será eso: que lo extrañas. 

Te extraño mucho, oye. 

Lagrimeas cuando hablan por celular y suspiras cuando cuelgan. "Ay no, pero qué enferma es esta mujer cómo va a sentir eso por su hermano y blablablablabla". No me vengan, ¿no sienten eso por sus hermanos?. Claro, es "lógico", suspiras y lloras por alguien cuyo pasatiempo favorito es llenarte de desaires y desplantes y no por la persona que jugaba contigo cuando lo único que querías era ser un Power Ranger*. 

*Cámbiese por Gokú, Homero, Marge, Lisa, Maggie, Sakura, Ginger, Arnold, Johnny Bravo, Vaca, Pollito, Pantera Rosa, Meteoro, Varón Rojo, Jimmy Neutrón, Pinky, Cerebro, Zim, Metabee, Scooby Doo, Samurai Jack, Óliver, Benji Price, Yugi, Tom, Jerry, Garfield, Pikachu, Sabrina, Bob Esponja, Dexter, Bombon, Burbuja, Bellota, Popeye, Pájaro Loco, Fenomenoide, cualquiera de las Bananas en Pijamas o de las Tortugas Ninja, cualquiera de los Caballeros del Zodiaco o los Digimones. Cámbienlo hasta por la pequeña Lulú, si quieren.

Vaya, qué recuerdos. Yo veía esas y más con mi hermano cuando aún estaba en el colegio. Ya cuando entró a la universidad y yo me quedé tras las murallas de plastilina y los charcos de témpera que hacían de la mía una inconfundible escolaridad, nuestro boom fue Internet. Desde ahí se remontan mis épocas de abstinencia, desde ahí es cuando dejé de ver televisión. Al principio, cuando sólo teníamos una computadora nos turnábamos. Mi abuela justificaba sus horas de internet con "Él va a la Universidad, tiene trabajos, tú sólo entras para hu""#$". Y sí bueno, lo decía así -lo sigue diciendo así jaja- y era verdad. Verdad hasta cierto punto, porque cuando terminaba se ponía a jugar Warcraft, Vice City, Starcraft y no me acuerdo cuáles más. Ah no! Need for Speed. 

Pero claro, cómo olvidarlo si hasta yo terminé jugando eso.

La computadora estaba en su cuarto, al lado de su cama y mientras él jugaba yo me sentaba a su lado a hacer tareas. Cuando había algo que no sabía le preguntaba y así. Casi siempre le preguntaba procedimientos para matemática. Él siempre ha sido bueno en eso, tan bueno como yo inútil. Y ya pues, cuando terminaba mi tarea le contaba mi día. Jaja, porquerías le contaba. Claro, claro, en ese momento no eran porquerías pero ahora que las recuerdo... Buff, qué vergüenza. Aún así me escuchaba en silencio. Al principio creía que le de verdad le importaban mis "Ay! no sabes..." hasta que me di cuenta que la concentración y el silencio suyos no eran precisamente por escucharme. Y yo le gritaba "ME ESTÁS PRESTANDO ATENCIÓN??". 

Y él volteaba a la media hora, notando mi silencio: Qué? Sí, Sí.

Jajajaja, en ese entonces no era tan viciosa como ahora, así que me tenía sin cuidado si la usaba dos horas o quince minutos. Yo leía y leía mucho. Él odia leer, siempre odió hacerlo. Me atrevería a decir que él sí  es normal: la gente normal lee sólo cuando es necesario. Pero no, él no es normal porque a él le gustaban los números de una manera irritante, casi escandalosa. Entonces como yo leía y él no, le hablaba de eso. Le contaba sobre el libro que andaba leyendo, le contaba sobre lo que quería leer. Le leía lo que escribía y le hablaba sobre lo que quería escribir. Lo hacía con miedo a que no me estuviese prestando atención, pero el mío era algo pueril. Siempre le hacía la misma pregunta, la de si me estaba prestando atención, y cuando me decía "Sí" le preguntaba qué era lo que le había dicho y él respondía.

Sabía que era importante para mí. 

Íbamos a tomar tesito a la casa de mi abuelita todas las tardes, casi siempre a la misma hora. Conversábamos, conversábamos mucho. Ahora yo voy sola, sola y en silencio. No sé, hay tantas cosas que recuerdo de mi hermano y que tengo miedo de escribir porque, digo, a quién le importa ¿no? Pero en realidad sí importa, yo no entiendo por qué es que los hermanos discuten, por qué es que no hay esa relación estrecha donde se cuentan las cosas y salen al cine porque les da la gana. ¡ES CIERTO! Casi todas las veces que he ido al cine han sido con mi hermano y han sido porque mi hermano me había invitado. En conclusión, mi hermano es un amigo que me ha arrancado la distancia.

Pero no es el único, la distancia me ha arruinado con más amigos, los amigos que perdí.

Como el libro de Bayly, que escribe cartas a todos sus amigos en donde cuenta sus experiencias compartidas. Pero yo no haré eso. Yo sólo los recordaré, digo "los" porque son varios. Varios a los que sólo me unen un saludo casual tan forzado que a veces preferiría no recibir. Otros tantos con los que no cruzo ni el saludo. Lo más curioso es que no sé por qué su actuar, cuándo fue que pasó todo. Como si me hubiese metido a un ascensor y como quien juega, suba un piso y antes de que se abran las puertas presione bajar para volver a donde estuve y encontrar todo gris, como en las películas detectivescas de hace cuchucientos mil años. 

Feo, ¿no?

Unas ganas de marcar teléfonos, predispuesta a decir: Sí pues, bien feo la estamos pasando por aquí; a sabiendas de que lo único que voy a escuchar es el buzón de voz. Pero como dice Noel Carasó, Sólo un buen amigo puede comprender que su presencia puede llegar a molestarnos. Y yo lo entiendo. Sólo quiero que estén bien, que se cumplan todos sus deseos, que no hagan tonterías, que se cuiden (mucho, por favor) y que sonrían siempre. Ya algún día, con fe, me contarán qué pasó y no, por nada del mundo piensen que los extraño. 

1 comentario:

Victor Falconí dijo...

Me gusta mucho tu estilo al escribir, siempre es un placer leerte. Bueno, en cuanto a tu hermano, me es difícil opinar algo suficientemente bueno. Aunque tengo 3 hermanos con los que he jugado y todo eso cuando niños, en cuanto crecimos desapareció todo. Es más, lo único que me quedan son recuerdos cada vez más vagos de partidos de fútbol, que era lo que más hacíamos juntos. No me siento con autoridad como para hablar del tema, lo que sí te puedo decir es que confíes en tu hermano, que esperes a que vuelva, porque estoy seguro que lo va a hacer. Saludos.