lunes, 12 de diciembre de 2011

Hoy es el cumpleaños de mi abuelita. Hay un tráfico horrible que puedo ver desde mi ventana. Ella conversa por celular con una tía que no se hizo tía con un papel. Conversa contenta, ríe. Yo lista aquí en la laptop contándolo todo como si a alguien vaya a importarle. Escuchando el Cuarteto de Nos con "Nada es gratis en la vida". Contenta por una extraña razón. Es el ambiente cumpleañero que, no lo sé, tiene un sabor distitnto por naturaleza. Se siente bien, no lo sé. Es en momentos como éste en los que uno piensa que a pesar de los problemas lo mejor es estar juntos.

Pero cuando hablo de juntos lo recuerdo a él.

Sí, a él. A mi hermanito, que mataría por estar acá. Él trabaja lejos y blabla bla bla bla. El espíritu navideño es raro. No sé si comer panetón haga daño pero es como una droga que se distribuye. Que se expande y se esparce como un mal. Como un virus nocivo. Es como si todas las personas respiraran Navidad y de pronto se pongan animosos por ayudar. Contentos. Los hay así y los hay como yo, que me pongo triste. Y no sé por qué acabo de recordar que en la Navidad en que murió mi abuelo salió de moda una canción.


"Hoy se ha muerto mi abuelo"

Y toda la gente toneaba de lo más rico coreando la oportuna canción y yo, sentada, pensando en que de verdad se murió mi abuelo y ahora escuchando al cuarteto me doy cuenta que no soy la única a la que le molesta que la fila de al lado avance siempre más rápido. Y bueno no sé por qué posteo esto. Chau.

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