jueves, 6 de octubre de 2011

Carta dos.

Escribir, corazones, es un torrente por el que todos pasan. Todos circulan cual hormigas obreras que cargando migas construyen una a una las ideas que de su mente son vomitadas. Escribir, corazones, es el pulso del que todos gozamos. Es la gracia con la que todos hemos sido bañados y es la dicha que está a cualquier alcance. Escribir, corazones, es plasmar lo que en gana nos venga. Lo que el cerebro no pueda mitigar y forzosamente ha de ser exteriorizado por el bienestar común, sea esto tomado como favor del grado de estabilidad mental de quien la pluma arrastra como de aquellos ansiosos -ya sea de información, ya sea de obligación- que en actitud escolar investigan y devoran cuanto registro textual se cruce por el camino.


Escribir, lo hace cualquiera.

Sin embargo, no todos somos escritores. Si todos lo fuéramos, no habría nada de especial. No habría encanto. No habría distinción, no habría particularidad. No habría originalidad, no habría esfuerzo. No labor, no vocación. No nada. No habría premio Nobel de Literatura, no habría premio Copé. No habrían presentaciones de libros, no habrían reconocimientos. Nada de eso existiría. Todo sería cotidiano. Todo sería común y silvestre. No habría diferencia entre un texto escolar, un diario personal, un libro de apuntes y uno de los clásicos. Todos serían considerados la misma cosa, y por qué no decir, la misma mierda.

Sigamos aplaudiendo la farsa.

Continuemos, gritemos alabanzas y arrojemos flores a falsos escenarios. Gente que escribe sobre su propio azahar. Gente que cuenta cual crónica su día a día sin objetivo alguno. Gente que se respalda en el "suena bien"  y se emociona con el "suena bonito". Payasos que tildan de "novelas" sus verborragias y apellidan de "literarias" sus conversaciones. Farsantes. Mentirosos. Cómicos ambulantes. Improvisados. Salidos del aburrimiento, carentes de imaginación. ¿Cuál es el error?

Celebrarlos.

Y como siempre nos volvemos inquilinos del conformismo. Busquemos lo bueno, señores, conversemos. Hablemos de talento, de vocación, de tiempo, de dedicación, de emoción, de sentimiento. De alma. Hablemos de ansias por mejorar, de especialización. De calidad. No pidamos que nos cuenten historias que nos saquen la sonrisa, exijamos verdugos que juzguen nuestra conciencia. Que nos remuevan el mundo, que nos jalen el tapete. Que nos hagan caer. Busquemos, pidamos a gritos, reclamemos nivel. Solicitemos una sociedad sin etiquetas, sin estereotipos, sin predisposiciones. Una nueva, una que de verdad nos haga pensar. Que nos revuelque mentalmente y que destruya todo lo que aprendimos. Una que nos haga reflexionar sobre nuestra propia lectura de la vida. Una real. 

Nada de Romeos, chau Julietas.

Pidamos arte, que letras las dibuja cualquiera. Alimentemos nuestra autoestima y no malbaratemos nuestros ojos disponiéndolos a una lectura simplona. Pidamos cultura. Pidamos educación. Pidamos no ser más aquel que se arrastra al final de los rankings de comprensión de lectura en América Latina. Rompamos esquemas. Quebremos reglas. Cuestionemos todo, que de eso se trata. Y leamos. Que no nos cojan en el aire, que no se burlen de nosotros. Hagamos lo que nos gusta para hacerlo bien. Seamos los mejores, convirtámonos en maquinas a todo terreno. En toros de lucha. En campeones de box. Estemos listos, cuidémonos del arte comercial que lejos de ser arte no es más que un objeto cuyo único propósito es el lucro. Quieren lucrar con nuestra cultura, quieren vendernos el mismo frasco pero de diferentes colores.

Figurita repetida no completa el álbum, despertemos.

Leamos a los grandes, admiremos su razón en lugar de preguntar quiénes son. Entremos en contacto, conozcamos. Palpemos. Toquemos. Sintamos. Comprobemos que aquello que nos gusta no es más que un vómito cerebral. Entrenemos. Seamos pocos pero suficientes, que si bien es cierto todos escriben pocos son lo suficiente escritores. Sin aplaudir farsas ni participar en ellas. Sin celebrar la mediocridad de los Romeos y las Julietas en todas sus versiones. Escribamos con sentido, leamos. No seamos cualquiera.




3 comentarios:

Carlos Velasco dijo...

Soy el primeroo!
Bueno, en verdad eso de los escritores tienes mucha, pero mucha razon, creo que cada persona nace con un talento diferente.
Por mi parte considero que amar es un talento, no muchos lo tienen y hay que saber utilizarlo, sabes que siempre leere tu blog, erika... sigue escribiendo. me encaaantan tus notitas (:

[Maxwell] dijo...

Y eso? bueno algunos escriben huevadas, otros con pasiòn y otros profesionalmente,
Tambien pasa en los blogs, hay una diversidad en todo.

Erika dijo...

Es cierto! voy al hecho de que se cree que por escribir una poesía o algo que suene bonito uno ya es escritor y eso no es cierto. Los aficionados deberíamos tener muy en claro nuestro lugar.