domingo, 5 de junio de 2011

Un break :)

Estoy ansiosa. Es domingo y no parece. Dos ideas: las elecciones y un cuento. Tal vez sea el café que acabo de tomar el que me pone así de nerviosa, motivada... no sé cómo explicarlo en realidad. Que gane OH me tiene sin cuidado, si Vargas Llosa dice que tiene un gabinete de lujo, le creo. No sé de política y supongo que en buen árbol me arrimo, aunque reconozco que le tenía mucha fe a Reinaldo Dos Santos. Aún hay tiempo... Pero eso no lo es todo. Hoy no sé por qué se me dio por ordenar mis escritos, que, de hecho, me gustaría fuesen más - para ser precisa, me gustaría que todos los que tengo en mente estuviesen ya en papel o en Word -  y bueno, eso implica revisar, corregir errores, dar formato. Algo simple, sólo para guardarlo. 
Llegué a un cuentito que hice hace unos tres meses para un concurso que se canceló. El cuentito lo hice en una noche - me enteré del susodicho a menos de veinticuatro horas del límite de entrega - y está de más decir que no cubrió todos mis requerimientos para ser considerado IMPECABLE. Lo leí y recordé todo aquello de lo que quise hablar y no pude por falta de conocimientos. Sí, conocimientos. Y no, no todo me lo invento. Estos  conocimientos se inclinan más hacia el lado en el que una guía de calles o un mapa de la ciudad podrían  intervenir. El escenario es muy amplio, y no puedo inventármelo... No lograría lo que quiero haciéndolo, sólo confundir al lector y hacer de las que ahora son cinco caras, algo perfectamente inteligible. Digo, la gente que conoce mi ciudad diría que me he drogado o algo así... 
Conversando con un buen amigo no sé cómo es que resultó conocer el sitio que necesitaba... Me iluminó, fue increíble! Me sentí esperanzada, como si me devolvieran las ganas de hacer algo con la misma ilusión del primer momento... Como si la vida se solucionara. No lo sé, estoy exagerando, pero se sintió buenísimo. Quedamos en ir. Pensé inmediatamente en mi cuadernito y en un par de lapiceros. Me vi sentada en un pasto verde, un cielo limpiamente celeste - típico de Arequipa - y un aire a naturaleza riquísimo. Fue tan bueno que me preocupé: No me alcanzará el tiempo para plasmarlo todo y no puedo esperar a mi casa para hacerlo porque puedo olvidar los detalles. NO PUEDO PERMITIRME OLVIDAR LOS DETALLES, digo, para llegar ahí tengo que cruzar los veinte mil infiernos y eso es algo que no puedo hacer a diario. Entonces se me vino a la mente la palabra que me devolvió a ese viaje de felicidad: fotos. Podría tomar fotos del paisaje que, seguramente, iba a ver. Iba a ser un recurso auxiliar, además de una experiencia maravillosa. (Hace un par de días fui a fotografiar un tambo del centro de la ciudad con un amigo del que seguramente hablaré en un próximo post). Siento mis dedos calientes, no puedo esperar. Es como si mi sangre ahora circulara más rápido. Quiero verme ahí, con el cuento en hojas, imaginando, volando, inventando, escribiendo. Respirando AIRE, porque ese sí es aire; nada comparado a la cochinada que respiro a diario. Y para cochinadas, basta mencionar mis mañanas. Voy a la Universidad y la intranquilidad del tránsito es un asco. Conductores que creen que sus bocinas suenan como pitos y que pueden tocarlas cuanto se les antoje. NO, SEÑORES, NO ES AGRADABLE. Ni el sonido de pitos en cantidad es agradable. Mejor no amargarse, que me desvío del tema. Será increíble, de verdad no puedo esperar. Estoy muy ansioooooosa, ojalá tenga noticias pronto. 

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